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REFLEXIONES EN UN DÍA GRIS. MI VASO DE AGUA.


¿Qué será la soledad, que aun empeñándote en apartarla de ti rodeándote de gente, se propone no apartarse de tu lado y consigue agarrarse a cada pliegue de tu alma?
¿Cómo puedo sentirme así sin que nadie llegue a descubrir lo que realmente siento?
Sé que somos apariencia, que la mayoría de los seres humanos aparentamos ser más felices de lo que realmente somos. Al menos a mí me ocurre.
Desde hace demasiado tiempo siento que no soy yo la que sale por la mañana de casa. No soy yo cuando callo por no dañar a otros. No soy yo cuando sonrío a todo el mundo cuando lo que realmente necesito es un hombro para llorar.
No soy yo.
Hoy he dicho en voz alta que últimamente me importa una mierda, con perdón, lo que le ocurra a los demás (acompañando la malsonante frase con una aun más malsonante palabrota). He ido de dura. Jajaja. Me carcajeo de mí misma. No sé a quién quiero engañar.
Si no fuese empática no me dolerían tanto las ofensas. Si me importase todo un comino (ahora no quiero ser mal hablada) no sentiría esta opresión que tengo en el pecho.
¿Me ahogo en un vaso de agua?....Pues quizás. Pero es mi vaso de agua y yo pongo el nivel.
Muchos, si supiesen lo que ronda por mi cabeza, dirían que soy una exagerada. Igual tienen razón. Su razón, no la mía.
Pero el problema de todo ésto es que no encuentro a nadie que me pregunte cuál es la cantidad de agua que pongo en mi vaso o cuáles son las razones que tengo para sentirme tan sola.
Los amigos han ido desapareciendo. Habrán tenido sus motivos, claro que sí, pero no los entiendo.
Familia..... Es lo que me queda dentro de estas cuatro paredes. Cuando vuelen los hijos, quedará el nido vacío.
¿Y entonces qué?
¿Para quién seré indispensable?
Solamente para mí.
Ser persona es complicado. Ser mujer una odisea. Encontrarse sola, la peor de las torturas.
Estoy esperando en la antesala del psicólogo. No sé qué decirle. Hace años que me tratan y no consigo salir de este bucle en que me encuentro. Creo que la solución no está en mí, sino en mi entorno, y no hay medicación para tantos.
Me habla de aumentar mi autoestima, de salir a la calle, de mirarme al espejo y sonreírme cada mañana antes de lanzarme al mundo. Sólo que no puedo con más zambullidas. Me ahogo.
Veo que el agua se derrama sobre la mesa. Observo como el líquido elemento que son mis problemas cae al vacío. Y no hay gamuza que la recoja.
Y me siguen diciendo que soy una exagerada. "Se te ve muy bien", comentan cuando me ven por la calle mostrando una media sonrisa. Quizás cuando se den la vuelta comenten lo delgada que me he quedado o que tengo mala cara. ¡Hipócritas!
Me siento sola contra el mundo.
¡Joder! ¿Qué demonios dices? Échale ovarios y sal a la calle - me digo al espejo en vez de sonreír- Deja tu autocompasión en la despensa y ciérrala con siete llaves. Ya no eres una niña para andar con tonterías.
Que se han ido muchos....¡Pues aire, más espacio para ti! 
Que se llena el vaso..... Coge una fregona y recoge el agua derramada. Bébete el resto y te hidratas.
Y me voy de la consulta.
Salgo a la calle. Veo una floristería y entro. Me llevo un ramo de margaritas. 
Llego a casa y abro las ventanas. Cojo un jarrón y lo lleno a mi antojo para colocar las flores.
Me asomo al balcón y respiro el aire húmedo de ese día gris. Parece que va a llover. No me importa. La lluvia lava los problemas y purifica. Me encuentro mejor. 
Se acabó el medicarme.
Voy a poner música y a bailar, como Gene Kelly.

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