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Mostrando entradas de diciembre, 2011

TAM TAM, YA VIENEN LOS REYES....

Aún el alba no había despuntado cuando se encendieron las luces de la casa chica. El bullicio de los niños hizo levantarse a los padres, más ilusionados que ellos por ver sus caras. Aquella escopeta de ventosas era increíble, pensaba uno de los mocosos mientras la cargaba, acariciando con sus dedos aquella goma, que seguro se quedaba mejor pegada si la mojaba un poquito con saliva. Algo llamó entonces su atención..... desde lo alto lo miraba desafiante aquella solitaria bombilla.... Sus filamentos dorados parecía que lo provocasen. Miró la escopeta, luego a la luz tentadora, y no lo pensó....El ruído y la explosión de los finos cristales, unidos al apagón que se produjo al saltar los plomos, dieron paso a la voz estentórea de la madre, que sabía lo que costaba una bombilla más que aquel travieso que ahora no sabía dónde esconderse. Varios domingos sin breas del gato ni caramelos saci le costó pagarla a Andresito, pero aquel recuerdo de cristales volando y la luz apagándose, no se

¿AMERICAN HISPANIS?

Las tiendas de juguetes ya tienen hecho acopio de provisiones para la avalancha de padres buscadores para el próximo día de Reyes, algunos incluso para antes, por lo de ser más americano que nadie y regalar a los niños a cuenta de un Papá Noel, que a nosotros ni nos va ni nos viene. A mi hija, sin ir más lejos, desde que tenía tan solo dos años, le caló el personaje gordo y con carrillos sospechosamente sonrosados, como de alguien que acaba de tomarse unas copas antes de coger, en su caso, el trineo (Ahora no puedes hacerlo, Nico, entre tú y yo, que te pueden hacer soplar y quitarte algunos puntos del carné de conducir renos). Este personaje, decía, está llegando a nuestros hijos a través de la televisión, los adornos navideños y la visita a las guarderías y colegios antes de las vacaciones, ya que como los Reyes Magos vienen en enero no llegarán a tiempo del cierre vacacional. Yo quiero seguir con la tradición, con nuestros tres personajes de la niñez, que nos hacía elegir a uno

¿MIRAMOS HACIA OTRO LADO?

Crees que lo tienes todo controlado y algo te acaba diciendo que no, que nada se controla, que el mundo es incontrolable. Llega esa chica y te cuenta su historia de dolor y de culpa, y remueve en tus recuerdos, y te vuelve a doler el pasado, y ves lo injusto que es todo y lo pequeña que eres. Ayer te comías el mundo y lo tragabas con un simple sorbo de agua y hoy se te atraganta y no puedes con él. Le dices que tire para adelante, que corte con ese ser que le hace daño, que ella es una persona, no es una mierda como le quiere hacer creer. Y mientras le dices esto las palabras retumban en tu cabeza como una enorme campana dando las doce. Le repites que vale mucho, que tiene dos manos y una cabeza bien amueblada, y te dices entonces que por qué no te aplicaste ese cuento a ti misma mucho tiempo atrás. En fin, estoy aquí, dando consejos baratos de persona que lo sabe todo cuando en realidad tengo mucho que aprender. ¿Quiénes somos nosotros para aconsejar?. Si no somos capac

ERRANTES DEL SIGLO XXI

La lluvia golpea con fuerza los cristales, el agua se ha hecho piedra y cae fría, sin piedad, amontonándose en el balcón. El cielo se raja en truenos y los relámpagos iluminan el campo que tengo enfrente. A la luz del último, diviso la tienda, lona que mal cubre a un grupo de desarraigados, almas errantes que no tienen inicio, que no tienen censo ni lugar para morir, cuya morada es el todo y su futuro la nada. Niños con zapatos pequeños, o demasiado grandes, o sin zapatos, con pelo enmarañado y caras sucias de años, tristeza en los ojos y sonrisa en sus labios cuando juegan con algún camión abandonado por otro niño con mejor vida, conntenedores que nutren sus sueños y proveen de cosas asombrosas que alguien ha tirado por viejas o aburridas. Las mujeres recogen envases de plástico de nuestro contenedor amarillo, para el agua que cogen en la gasolinera, que aún les dan gratis, que les calma la sed y les quita el polvo pegado a sus ropas. Una cuerda enganchada en el árbol grande