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Mostrando entradas de febrero, 2016

EN LA PUERTA DE AL LADO.

Disfrutó y paladeó su soledad a pequeños sorbos, escuchando el dulce tintinear de los hielos que llenaban el vaso que los contenía. Un refresco de cola, los fríos cubitos y la rodaja de limón, unidos a aquel silencio que podía palparse, la hizo  bajar los brazos, extender las piernas y echar hacia atrás la cabeza para dejarla descansar en aquel mullido cojín que la esperaba. ¿Podría ser feliz?.... ¡Sin duda!. Afuera, el calor fluía desde el suelo hasta su balcón como sibilina serpiente trepando al árbol. La calima se adueñaba de sus plantas, protegidas del sol directo bajo aquel toldo de rayas. Ella se protegía dentro, bajo su techo en blanco, sumergida como nunca en su voz callada, en los ahogados sonidos, en la holganza de la siesta. Y ahí estaba, acurrucada entre cojines, acunada por pensamientos sin palabras. El calor la adormecía, la relajaba, le daba la desgana que tanto necesitaba para desconectar. Hacía tanto tiempo que necesitaba abandonarse al tedio de las hora