Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2019

HASTA QUE SEAMOS VIEJOS

Y tú me mecías en mi sueño, en aquel horrible sueño que me hacía llorar algunas noches. Y tu cuerpo era mi refugio, tus brazos la soga que me amarraba para no caer al precipicio. Me acunabas como a un bebé perdido que ha encontrado por fin a su padre. Tus besos en mi frente y tu susurro tranquilizaba mi alma, aquella que tanto dolía en la pesadilla.  Y amanecía abrazada a ti, acurrucada como animal herido, calentita, calmada, protegida. El sol asomaba por la ventana. Hoy teníamos el día para nosotros. Sin agobios, sin prisas, sin trabajo. Te levantaste despacio y dejaste suavemente mi cabeza sobre la almohada para que no despertase aún. Decías que tenía una sonrisa dibujada en mi rostro y no querías que se borrase. Fuiste a la cocina y preparaste un delicioso desayuno. Mientras, yo viajaba esta vez contigo, en un nuevo sueño, y paseábamos descalzos por la arena de una playa. Sentía la brisa del mar en mi rostro y el calor de tu mano agarrando la mía. Entonces oí cómo