Sus tacones resonaban en la vacía calle de aquella noche de invierno. Acababa de salir del trabajo y las horas extras la habían hecho perder la noción del tiempo. Sus jefes no dejaban de presionarla y exigirle más cada día. No era suficiente con ser la empleada más eficiente e implicada que habían tenido en años. El horario se alargaba día a día sin que ella se hubiese percatado de ello. En casa, su pareja esperaba dormitando en el sofá con la mesa puesta. No decía nada, pero los silencios entre ambos se hacían insoportables. Cada tarde la misma historia, la misma llamada diciendo que se retrasaría unos minutos que acababan siendo horas. Él hacía siglos que había llegado a casa. Se ponía cómodo e iba a la cocina con la esperanza de que esa noche ella llegase a tiempo para disfrutar de una charla mientras cenaban. Su trabajo no era para nada satisfactorio. Deseaba contarle tantas cosas....En cambio el sueño le vencía velada tras velada, con la mesa puesta y la cena para recalentar, las ...
Un lugar donde escapar, un sitio donde encontrarme.