Ir al contenido principal

MADRE CORAJE

Cargó los cántaros de latón sobre sus costados, prominentes como su barriga, y se echó a la calle. Era temprano, tenía tiempo de dar varios viajes desde el pozo, el bidón debía llenarse hoy, necesitaría el agua.
Anduvo la calle, cruzó la ronda y llegó al pozo, donde los grifos rezumían agua fresca y el limo empezaba a acumularse en el pilón abrevadero.
Los cántaros llenos presionaban su vientre, muy hinchado, pero el dolor no existía. Las cosas había que hacerlas, nadie las haría por ella.
Un viaje, dos, tres, hasta cuatro, y el bidón ya casi desbordaba el líquido elemento.
Salió un momento a la puerta a tomar aire. 
Felipa subía la calle, iba a visitar a sus hermanas Angela y Petra, como hacía a diario.
-Felipa, cuando vayas de vuelta entra a ver a mi niña...
-Esta Juana, ¡qué ganas de cachondeo tiene siempre!....
Los niños trajinaban por la casa. Andrés, con sólo tres años, seguía a su hermano Pedro, de cinco años, que jugaba con Diego, de seis. Vigilándolos a todos, Juan, con nueve, el mayor y "hombre" de la casa ahora más que nunca en que su padre trabajaba fuera.

Había llegado la hora.
Los dolores eran más intensos, no podía esperar al médico ni a la comadrona.
La radio estaba encendida, y justo cuando sonaba el Angelus, nació la quinta de sus hijos. Una niña, como ella bien presentía.
La matrona sólo tuvo que cortar el cordón cuando llegó, la madre había hecho todo el trabajo sola.
- Esta niña tenía ganas de nacer, Juana...-decía la comadrona.
Felipa Sánchez y su hermana Angela, María Tejado, Inés Gutiérrez, María Guerrero, Inés Romano, la sra. Trini, Isabel Reyes, Petra Redondo.....Todas las vecinas, al ver a la doctora, entraron en la casa chica, y allí conocieron a la niña recién nacida . Cinco kilos de peso, ojos azules y pelo rubio, boca carnosa y mofletes. 
-¿Qué nombre le vas a poner, Juana?....- Preguntó la abuela Manuela.
-El nombre ya lo trae consigo, tía.
-¿Le vas a poner como tú?
-No, se va a llamar Mª del Carmen, como su tía.
Las lágrimas asomaron a los ojos de la abuela, recordando a la hija perdida hacía años.
-Le voy a decir a Diego que ha sido otro niño....
-No le mientas al pobre, que ya sabes las ganas que tenía de la niña después de cuatro varones....
Domingo 22, hay que lavar la ropa de la cama.
Juana se va al panero, coge el jabón de sosa y frota la sangre. Esa misma sangre la nota bajar de sus entrañas en oleadas, pero no puede dejar esa ropa sin lavar, debe estar todo impecable.
La niña duerme en la cuna, los hermanos juegan en la calle. El sábado que viene recibirá a Diego y le presentará a su hija. Sevilla está lejos para venir todas las semanas, pero le toca quincena ya.
El padre cogerá a su niña en brazos, la llenará de besos y le empezará a decir : "¡Ay, mi chata bonita!",frase que repetirá hasta que la niña se haga mayor.
El abuelo Juan ha ido al Registro. 
-¿Nombre de la niña?
-María del Carmen
-¿Nombre del padre?
-Diego.
¿Nombre de la madre?
-Juana.
-¿Fecha de nacimiento?
-21 de octubre.
-¿Hora?
-12 del mediodía.
¿Lugar de nacimiento?
-Montijo.

¿Un deseo al apagar las velas?....Que el valor que heredé de vosotros no me abandone nunca.

A mis padres, por su coraje y valentía, por saber criarnos y educarnos en una situación difícil sin que nos sintiésemos por ello inferiores. Muchas gracias.

Comentarios

  1. Una entrada preciosa y emotiva.Me encantó visitarte.Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, tocaya. Yo también he visitado tus blogs, y me he hecho seguidora de ellos. Eres una monstrua, y me ganas por goleada en seguidores......¡qué envidia me das!....jejeje. Un saludo, amiga de mi amigo Dami.

      Eliminar
  2. Que bonito y a la vez tan duro,se me saltan las lagrimas, vaya madre, asi como no va a ser la hija igual.Puedes estar muy orgullosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Maribel. Mi madre ha sido la mujer más fuerte y generosa que he conocido nunca. Siempre fue mi referente.

      Eliminar
    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

RECUERDOS

Recuerdo el día que mi padre murió, pero en mi memoria solo guardo todo lo vivido con él. Aún está muy cerca la madrugada que nos abandonó mi madre, que fue en busca del amor de su vida, aquella  madrugada amarga, pero tambien prefiero recordar lo bueno que nos dió cuando vivía. Es curioso darse cuenta de que cuanto más pasa el tiempo, más los echo de menos. El se fue sin decir nada, en plena calle su cuerpo cayó muerto, fulminado por el infarto. Ella, silenciosa, se fue apagando poco a poco, con el dulce dormir de la morfina, y su despedida solo fue una lágrima, esa lágrima que resbaló por su cara cuando le apreté la mano. Los necesito a mi lado, necesito que sean mis padres otra vez, necesito sus riñas, sus consejos, sus presencias, esas que te tranquilizaban, que te hacían sentir segura y arropada, como cuando era niña y se ponían al lado de mi cama si estaba enferma. Soy madre, pero aún me siento sola a veces, y no tengo a mis padres cerca para que me protejan de mi...

CARTA A UN AMIGO.

El teclado le parecía frío. Ella necesitaba la blancura del papel, el bolígrafo azul con el que siempre había escrito, la mesa vacía y la mente en lo que tenía delante. Hoy no era buen día para escribir. Aquella carta le estaba costando mucho, demasiado. Las luces de las farolas acababan de encenderse en la calle. El camión de la basura invadió el silencio del vecindario, que se preparaba para el descanso nocturno. Los vecinos de al lado tenían la televisión demasiado alta. Tendría que hablar con ellos. No es que a ella le molestase, más bien todo lo contrario. Gracias a ellos se sentía un poco menos sola. La vecina de arriba se preparaba para salir. Podía oír sus tacones de un lado a otro de la habitación. Era enfermera y tenía guardia esa noche. Enfrente, en otro bloque de edificios idéntico al que ella habitaba, podía ver luces encendidas y otras que iban apagándose conforme pasaban las horas. ¡Qué triste es una ciudad de noche un día laborable! Y ella seguía dándol...

LA RECETA DE ABUELA JUANA

Unas guindas secas remojándose en agua para hidratarlas, un par de hojas de laurel, unos dientes de ajo, sal y vino blanco. Todos los ingredientes preparados mientras ella partía a trozos aquellos pollos de campo para después cocinarlos. Era la mañana de Nochebuena y había trajín en la cocina de la casa chica. Sus pequeñas manos manejaban aquellos pollos con una precisión de cirujana. Ahora, cortaba los muslos y los troceaba, separando los contramuslos de los muslitos. Éstos, a su vez, eran partidos en dos pedazos, para que se cocinaran mejor y hubiese más "presas" en la fuente. Las pechugas eran dividas en trozos prácticamente iguales, sin quitarles el hueso ni la ternilla, porque todo daría mejor sabor al plato. Los cuellos o pescuezos no se tiraban, qué va, porque eran un manjar para su marido. El enorme perol ya estaba colocado en la lumbre de la cocina de carbón, con su aceite de oliva brillando en el fondo. Ahora pondría los dos pollos desmenuzados, las guindas rem...