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QUE SIEMPRE SEA NAVIDAD

Pasadas las fiestas y quedándole el regusto de las comilonas, los buenos deseos y las luces navideñas, sentada allí frente al teclado, sonríe al recordar la mirada de asombro de su nieto al ver el árbol engalanado, las risas de sus hijos charlando durante la cena de Nochevieja, los abuelos probando de todo y aprobando los platos con un "está muy bueno", la tía María que no quiere cenar mucho porque no es su costumbre pero que aun así come de todo un poquíno..... Su mirada los recorre en el pensamiento y se da por satisfecha. Otro año más juntos. Otras Fiestas decorando, organizando, cocinando, comprando regalos, con el estrés que produce en ella la posible aceptación, el visto bueno, el haber acertado en la medida de sus posibilidades. Por unos días olvida que falta gente importante en su vida, porque le quedan ellos, los que ahora son realmente su prioridad. Ley de vida, como sabe que ocurrirá cuando ella falte en esa mesa. Ellos, sus hijos, pasarán las mismas fiestas con quienes formarán su entorno, con quienes irán construyendo recuerdos, con quienes se afanarán en quedar bien y en llenar la mesa con sus comidas favoritas, mientras ella estará en sus pensamientos y,  espera, en sus corazones. Cuando compartan mantel comentarán que su madre les preparaba aquellas almejas en salsa cuya receta reconstruirán para ofrecerla a sus hijos, o aquella cebolla caramelizada que luego su padre combinaba con quesos para decorar aquellos canapés que tanto les gustaban. Y reirán acordándose de lo "friki" que era la abuela Mamen con la decoración navideña, y cómo recogía prácticamente toda la casa para dar cabida a todo aquello con lo que engalanaba el salón, la entrada, el pasillo e incluso las puertas de los dormitorios. Seguramente ahora sus hijos tendrían en su poder aquellas cosas que ella misma fabricaba.....Sus ángeles de tela con el pelo blanco, sus gnomos, sus muñecas de Navidad, las bolas y adornos del árbol..... Cajas y cajas que ahora ellos habrían heredado.
Pero ahora está aquí y no tiene prisa por irse.
Hoy es 6 de enero y ya tiene añoranza. Le da pena quitar la decoración, descolgar la corona de su puerta y guardarlo todo en el trastero. No quiere volver a la rutina. Ella quiere Navidad todo el año. Quiere reunirse con sus hijos todos los días. Quiere que nada cambie. No desea que el tiempo pase.
Y llegará mañana y el mundo seguirá girando.
Y dentro de nada, como en un suspiro, volverán a encenderse las luces, ella será un año más vieja, su nieto tendrá dos añitos y habrá empezado a hablar, y volverán a reunirse en torno a la mesa para celebrar que son familia, que están juntos y que les une un profundo amor que no disminuye....aunque ya no sea Navidad.


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