Estaban en la pastelería Lumar, domingo por la tarde de un día de otoño de hace "nosecuantosaños"...... Paqui, Mª Jose y ella cogieron sus pasteles y se dirigieron a su sitio, su rinconcito, allí en aquella calle poco transitada, donde, en el umbral de la tienda de telas, darían buena cuenta de sus dulces. Risas, confidencias...Y mordisco a mordisco, pasaban la tarde.
Las tres de Castilla, el trío Acuario, las del Lalala....Así las conocían en el colegio, así las nombraba don Juan Moreno cuando se dirigía a ellas.
Sus camisas, de igual corte, cuello mao, Lois la de Paqui y la suya, de confección casera la de Mª Jose, vaqueros y zapatillas de deporte. Una a rayas blancas con fondo azul, otra con rayas azules y fondo blanco, la tercera de cuadritos blancos sobre fondo azul.....La edad de la imitación, la edad de las primeras y grandes amistades, la edad de la inocencia.
No corría el tiempo para ellas, no importaba lo que ocurría alrededor de su círculo, todo estaba bien, no había de qué preocuparse.
Yo era la tercera, la que se compraba el pionono, la de la camisa con el fondo blanco y las rayas azules, yo era una de las del trío inseparable de amigas, yo fui la que se quedó con "el guapo", la que muchas envidiaron por eso. Yo fui la que peor supo elegir..... Debería haberme quedado en aquel umbral, saboreando mi pastelito, hablando de nimiedades y riendo por tonterías. Me deslumbró su facha, sus palabras dulces, su mirada suave, su aspecto de buen niño.
¡Cuántas veces imaginé cómo hubiese sido mi vida de no haber caído en aquellas manos!.
Quiero volver a comprar pasteles una tarde de otoño. Quiero reir por tonterías, charlar de cosas de "suma importancia" para una niña de trece años. Quiero volver a ponerme mis zapatillas, mis vaqueros de la talla 36, mi camisa Lois, volver a hacerme trencitas en el pelo y recogerlo atrás. Quiero que nada de lo malo que nos ocurriera después hubiese pasado. Quiero volver a la despreocupación, a hablar de los niños que nos gustan y de los que queremos perdernos.
El trío se disolvió años ha, pero aún seguimos aquí, las tres amigas, con unos añitos más, alguna que otra talla superior a la treinta y seis, con hermosas familias, y con un futuro aún por delante.
Atrás quedaron las canciones de Umberto Tozzi escuchadas en la escalera del Mesón, las compras en mutua compañía, los desaires a los niños moscones que no nos interesaban..... Y nos quedamos con nuestros hombres de carne y hueso, con nuestros añitos de más y con nuestros buenos momentos, que hecho el recuento, ganan a los malos.
Ahora, mirando al pasado, recuperando recuerdos, saboreo todo lo bonito que viví, como en su día hice con aquel pastel.
Mi príncipe salió rana, las amigas encontraron a los suyos después de besar a algún que otro batracio, y yo aproveché la oportunidad que me daba la vida y opté por el príncipe de verdad, uno de esos que no resbala cuando lo tocas, uno que no se ha transformado, por muchos besos que le haya dado y piense darle, en un desagradable anfibio....
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